jueves, 26 de febrero de 2015

Crece con tu árbol en el cole

Este curso, mantenemos "Crece con tu árbol" dentro de las actividades de tránsito. Las actividades conjuntas se iniciaron en otoño (ver entrada anterior).

Las distintas actividades tienen un triple objetivo: integrar al alumnado de nuestros colegios adscritos en el IES, aumentar la implicación del alumnado de FPB en las actividades del centro y desarrollar en la comunidad educativa el respeto y la importancia de la protección del medio ambiente.
Durante el mes de febrero, el alumnado de FPB con su profesor, Carmelo Tejero, y con el coordinador del programa, Antonio Sánchez Margalet, visitaron los colegios Thebussem y La Paz para realizar el transplante de los esquejes que hicieron los alumnos de 6º en nuestro vivero del IES. Esta actividad se hizo con los grupos de 5º y 6º de primaria.
Después, visitamos a los alumnos y alumnas de infantil de 3 años. Allí, les contamos un cuento sobre la "Bellota Capirota" y posteriormente hicimos un semillero con las bellotas que se les había entregado. También se les facilitaron dos láminas con el dibujo de la bellota Capirota para que las colorearan. 
Fue muy interesante y nos divertimos muchísimo.



http://iessjdd.blogspot.com.es/2014/02/crece-con-tu-arbol-y-el-programa-de.html
http://iessjdd.blogspot.com.es/2014/09/mencion-especial-para-nuestro-trabajo.html
http://iessjdd.blogspot.com.es/2014/12/crece-con-tu-arbol-y-transito-el-vivero.html

martes, 10 de febrero de 2015

Proyecto Women in Science. Un necesario y precioso homenaje a la mujer científica

Rememorar y hacer visible los logros de todas esas mujeres que hicieron tanto por la historia, por la ciencia, por nosotros, y que en la mayoría de los casos fueron marginadas y para nada reconocidas. Así es la serie Women in Science, de la ilustradora Rachel Ignotofsky: un necesario y precioso homenaje a la mujer científica, investigadora y, cómo no, luchadora.

Si nos preguntaran por una mujer científica que cambiara con sus estudios y sus descubrimientos la investigación y la historia, posiblemente casi todos contestaríamos a la primera el nombre de la primera persona que recibió un Nobel en dos disciplinas diferentes. La primera profesora que dio clases en la Sorbona ante un público repleto no solo de estudiantes, sino expectante y curioso por el cambio que se avecinaba. Todo esto por ser mujer, por ser Marie Curie.
Quizás otro porcentaje respondería con los nombres de Jane Goodall y Rosalind Franklin. La primera es mundialmente conocida por su labor como etóloga e investigadora, siendo la autora de unos de los estudios de campo más extensos sobre animales y libertad, que revolucionó por completo a la comunidad científica y que cambió nuestra forma de ver a los chimpancés.
La segunda, Rosalind Franklin, no tuvo tanta suerte. Descubrió la estructura del ADN y sus trabajos hicieron dar pasos de gigante a los científicos en genética y en virología. El mérito se lo llevaron otros, y todo su trabajo fue pasado por alto por una sola razón: ser mujer.

Entre los amantes del espacio es de sobra conocida, pero… ¿Cuántos de nosotros hemos estudiado y sabemos quién es la primera mujer que viajó al espacio exterior? ¿Y la geóloga que descubrió entre otros, al ictiosaurio e hizo temblar los conocimientos que había sobre la vida prehistórica? ¿Y cuántos sabríamos decir con seguridad quién fue la primera mujer afroamericana de la historia que consiguió una patente médica, inventora también del láser que elimina la enfermedad de las cataratas?
Valentina Tereshkova fue la gaviota que realizó 48 órbitas alrededor de  la Tierra.

Aunque fue discriminada por su género y por su clase social, a Mary Anning no le daba ningún miedo escalar cualquier acantilado. Tampoco se atemorizaba con los continuos deslizamientos de tierra con tal de buscar coprolitos, fósiles de peces y esqueletos de dinosaurios.

Y para la oftalmóloga y voluntaria Patricia Bath, la vista es un derecho humano básico.
Aunque no estén todas y falten nombres y sucesos que rememorar, al fin se empieza a reconocer y hablar sobre todas estas mujeres que dedicaron su vida a la investigación, que marcaron un antes y un después en el estudio científico, que lucharon por lo que creían aunque muchos intentaran dejarlas en las sombra y darlas de lado. Un bonito y muy necesario homenaje a estas grandes mujeres que cambiaron la historia y la ciencia.

jueves, 5 de febrero de 2015

El machismo invisible y los micromachismos


Sobre la educación de las mujeres en el Siglo de Oro

Todas las reinas españolas supieron leer, escribir y dominaban varios idiomas, entre ellos frecuentemente el latín, pero la mujer en general no tenía ninguna cultura y ello es aplicable incluso a damas de alta alcurnia.
Luis Vives escribió a favor de la instrucción femenina pero lo normal era lo contrario. En general, los moralistas del siglo XVI se opusieron a la instrucción femenina, entroncando con la tradición medieval de desconfianza hacia un incremento de la habilidad de las mujeres. Estos no aludían a una supuesta «inferioridad natural», sino que preveían lo que podía suceder y se anticipaban a la reacción contra las "cultas" del siglo XVII. Así, por ejemplo, Juan de la Cerda y Gaspar de Astete se mostraron algo más que cautelosos.
Juan de la Cerda refuta a Vives y se manifiesta en contra de que a todas las mujeres se les enseñe a escribir, «no porque de suyo sea malo», sino porque «habemos visto en nuestros tiempos que de saber las doncellas y otras damas escribir, hanse seguido graves inconvenientes, que de tener la pluma en la mano se recrecen». En conclusión, propone que las doncellas aprendan a leer pero no a escribir, para que así no puedan «responder a los billetes que les envían los hombres livianos». Es consciente de que «muchas hay que saben este ejercicio — escribir— y usan bien de él; mas usan otras dél tan mal, que no sería de parecer que lo aprendiesen todas». Pero se da cuenta de que las mujeres que están decididas a burlar los encierros domésticos lo harán sean analfabetas o no: «…aunque no sepan leer no les faltan otras industrias de mucho ingenio que ellas inventan, con que se entienden con sus consortes sin escribirse; porque todas, como muy amestradas de naturaleza, usan luego de unas señas y meneos, respuestas o palabras, con las cuales, como por cifras, agudamente dan a entender sus dañados conceptos». En definitiva, propone que a las doncellas se las enseñe a bordar, hilar, coser, hacer conservas y guisar, y que no se las deje ni un minuto ociosas.
El jesuita Gaspar de Astete es de la misma opinión. Es necesario controlar a la mujer y un medio eficaz es someterla a través de la cultura (de la falta de ella). Le parece aceptable que todas las doncellas aprendan a leer, pero no que sepan escribir, porque las mujeres no han de ganar «de comer por el escribir ni contar», ni se han «de valer con la pluma como el hombre»; «antes, así como es gloria para el hombre pluma en la mano, y espada en la cinta, así es gloria para la mujer el huso en la mano y la rueca en la cinta y el ojo en la almohadilla». Dice que la doncella cristiana debe contentarse con saber leer, que por no saber escribir no perderá su honor ni su reputación, y que escribir no le es necesario y le puede ser dañoso, «como la experiencia enseña». «Porque muchas mujeres andan y perseveran en malos tratos, porque se ayudan del escribir para responder a las cartas que reciben y como escriben por su mano encubren mejor los tratos que traen y hacen más seguramente lo que quieren, mas si hubiesen de escribir por mano ajena […] cesarían de vivir mal, por no fiar su vida del poco secreto y recato que hay en algunas personas terceras». 
Tanto De la Cerda como Astete son partidarios de que le enseñe a la doncella a leer su madre, en casa, o algún maestro particular de confianza. De la Cerda advierte a la madre que, si contrata a un profesor, no lo deje nunca solo con la discípula, porque en situaciones así «se han sucedido casos muy ruines». Astete afirma que a los chicos es más conveniente llevarlos a aprender a las escuelas públicas y comunes, pero no a las chicas, «porque del trato y de la conversación con los muchachos de la escuela (que suelen ser libres, traviesos y deshonestos) se les puede pegar alguna roña de libertad y malas costumbres». Además, si la niña va a aprender al colegio se acostumbra a salir fuera de casa, «se hace callejera y amiga de ver gente, lo cual en cualquier mujer es cosa reprensible». Como un axioma que se mantendrá hasta el siglo XX, la libertad debe ser exclusivamente patrimonio del hombre.
Según él, en casa deben enseñar a la doncella «a tomar la rueca en la cinta, y el huso en la mano y hacer sus mazorcas, y echar sus telas de lana y lino».

Fuente:
http://diegoiguna.blogspot.com.es/