domingo, 9 de febrero de 2014

Adolescentes e Internet

Tuenti o Line pueden ayudar a los adolescentes a “sociabilizarse mejor, a sentirse más seguros, más cercanos, a romper barreras o incluso a combatir la soledad”, explica Peris, becada por el Gobierno vasco para la realización de su tesis en la facultad de Psicología de la UPV, pero también pueden generar adicción y está a su vez desencadenar en “trastornos del sueño, ansiedad, depresión, mal humor, inquietud...” 
Jóvenes que si se olvidan el móvil en casa o no tienen acceso a aplicaciones como WhatsApp “se sienten desubicados porque necesitan saber si sus amigos han leído sus mensajes, si están en línea o directamente se despiertan a una hora determinada simplemente por estar pendientes”, añade la psicóloga. Peris, en plena redacción de su tesis —Las redes sociales en adolescentes y jóvenes del País Vasco, imagen corporal erotizada y variables psicológicas asociadas, dirigida por la profesora de la UPV Carmen Maganto Mateo, especialista en Psicología Clínica—, enumera los riesgos asociados al uso de estas tecnologías ligados a la privacidad, imagen, intimidad o sexualidad de los jóvenes...
Una pléyade de nuevos vocablos, algunos directamente exportados del inglés, que esconden prácticas como el sexting —compartir imágenes de contenido erótico o pornográfico—, la sextorsión —el riesgo de sufrir chantaje por el uso por parte de un tercero de esas imágenes—, la posibilidad de ser directamente acosado o de padecer grooming —cuando un adulto, haciéndose pasar por un menor consigue iniciar una relación con una chica para luego acosarla y chantajearla o incluso obligarle a mantener relaciones sexuales—. La investigación realizada por Peris, sustentada en cuestionarios contestados por más de 3.000 adolescentes y jóvenes de todo Euskadi, de entre 12 y 25 años, arroja, entre otras cifras, que el 84% de los participantes en el estudio ha compartido en una red social fotos “atractivas, sexis, provocativas, sugerentes...”. El 8,7% ha colgado alguna imagen que Peris considera de contenido pornográfico o semipornográfico, es decir, “en ropa interior o con el torso desnudo”, afirman las investigadoras. ¿Qué empuja a un adolescente a compartir esta información? “Para ligar, gustar a los demás, seducir, la presión de los amigos...”, han contestado a Peris los jóvenes y adolescentes que han participado en la investigación, los mismos que afirman en un 17% haber sido acosados en algún momento y sobre los que un 9,8% han sufrido riesgo de padecer grooming.
A pesar de los datos, Maganto y Peris remarcan la “parte beneficiosa y positiva” de estas tecnologías, unas herramientas que los padres y profesores deben enseñar cómo utilizar de forma correcta a los niños y explicarles los riesgos que entrañan porque la prohibición, apuntan los expertos, no vale. Negar el acceso a estas herramientas puede derivar, según los especialistas, en la marginación del niño, en provocar que se quede fuera de su círculo de amistades, ya que constituyen una importante y potente vía de socialización. Peris defiende que la educación en redes sociales debe tomar como ejemplo la de la sexualidad, en función de la edad de los niños dosificar los conocimientos sobre las mismas.
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Artículo completo en El País (País Vasco)

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